Split-Croacia, 1941
LA CANÍCULA EN LA FUENTE
A la huésped más querida de Zivogosce
Con los siglos, se fue apartando el agua de la fuente,
desvió el curso de su cauce y trazó un nuevo camino.
Son ahora las nupcias del agua con el mar en las honduras,
bajo la grava borbotea el manantial, que el azul acoge.
De la inscripción en la roca apenas quedan letras ilegibles,
unos versos que el sol y la sal han corrompido.
Salud, no obstante. Ninfa de la fuente, que te ocultas
en la sombra de la peña grisácea, en las tinieblas de su abismo.
Liciniano, el patrón, se empeñó en darte gloria.
Pelagia, como ofrenda de esponsales, te obsequió con un canto.
Mientras recuerdo ahora tu frescura perenne
querría seguir al tiempo, acompañar sus alternancias,
más aún, si cabe, con el frágil rastro del papel,
querría llevármelo allá donde la dura piedra pierde su poder
y así, con este texto que se desliza, que acaso tan mal fluye,
agradecer el privilegio del instante de nuestra existencia.
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