MIGUEL LUIS ROCUANT

Valparaíso-Chile, 1877-1948

EL SUEÑO DEL ARBOL

El árbol yerto a la primera y leve
escarcha cristalina, del otoño
se estremece, despierta y se remueve
creyendo florecido algún retoño.

A la brisa más fría, cual si fuera 
Al verla, sueña revivir, sonríe
A los cálidos soplos con que anima
la tierra y el azul la primavera,
inclina su amplia, rumorosa cima. 

Y si esa leve ondulación desprende 
el hielo nocturnal de alguna rama,
lo imagina una hoja que desciende
y se pierde a lo lejos en la grama.

 Y desde el tronco a la más alta fibra
de su ramaje tembloroso queda
soñando que un rumor de flores vibra
entre las hojas, que la brisa enreda.

Mas luego viene el día; se difunde 
celeste luz en el confín, y el manto
de la soñada floración se funde,
gota por gota, en silencioso llanto.

Así también el corazón que espera,
en los instantes de fervor, de brío,
ve surgir claridad de primavera
que anima todo el horizonte umbrío.

Al verla, sueña revivir, sonríe
con alegría de estival orgullo,
y siente que su vida se deslíe
en esperanza de amoroso arrullo.

Mas la verdad sus claridades vierte
y se disipa el ilusorio estío,
queda el ensueño detenido, inerte,
y vuelve el mustio corazón al frío.

Vuelve a sentir que su alegría expira,
que se han desvanecido los renuevos,
que era su floración una mentira,
mentira el rosa de los sueños nuevos.

Y perdida la luz que del hastío
lo llevó a la esperanza postrimera,
deja correr en lágrimas de frío
el soñado calor de primavera.

LA VISION DEL CALVARIO

Como el mar que recoge su callada marea,
huía de las playas del cielo de Judea,
un crepúsculo enorme. ... De las cumbres ancianas,
al rítmico horizonte de las aguas lejanas 
del lago Tiberiades, una calma s?mbría
dilataba silencio de pálida agonía.
Jesús, que iba muy triste, cruzando la montaña,
creyó ver, en imagen luminosa y extraña,
que el crepúsculo enorme bajaba de un Calvario
erguido allá en la altura del éter solitario;
que la fría tristeza de la luz mortecina,
velada por sutiles girones de neblina,
descendía al abismo, derramando a su paso,
como estela de heridas, las rosas del ocaso;
que el crepúsculo enorme se abatía doliente.
y cubrían la angustia de su lívida frente
los bucles de las sueltas tinieblas vespertinas
clavadas por los rayos, agudos como espinas,
de los astros remotos. .. .Inmóvil, casi inerte,
miraba dibujarse la visión de su muerte;
y al ver, en los confines del poniente, la €osa
de la luz que se hundía desnuda y dolorosa,
al borde de la noche, formidable y obscura,
se postró de rodillas y lloró de amargura.
Mas, luego, cuando su alma, clareada por un rayo
de su ensueño celeste, volvió de sil desmayo,
levantóse tranquilo, holló, en la arena, rosas,
y se fué por las mudas montañas tenebrosas. l

MARMOLES

:Labra el mármol, amigo! Cuando en mi sien vacila
una idea insegura-como gota que oscila,
próxima a evaporarse al borde de la flor-
el verso me parece una veste ligera,
y tener en relieves de blancura quisiera,
de esa chispa de ensueño, el desnudo esplendor.

La escultura es el ritmo y el aleteo .... Traza
l relieves una línea, y en la piedra re enlaza
el ensueño que intenta su vuelo describir;
pero ya detenido, sus fervores palpitan,
 y en el blanco tumulto de las formas agitan
de sus alas el raudo, presuroso batir. 

 El ritmo anima el mármol que es mole de blancura,
el que va por los frisos, en la suelta locura
de Facantes helenas olvidadas del tul;
y el que avanza con pasos de intercolumnios griegos,
por la serena falda de una colina azul...

Yo sé que aún no esculpes tus sueños, que la arcilla
te suple la pureza que en los mármoles brilla,
que ignoras de los bloques el claro resonar,
y que rota la espátula y perdido el escoplo,
sólo enlazas la línea como lírico soplo
cuando animas la greda con tu leve pulgar.

iY quiero que tú esculpas! Yo quiero que tú bregues
con la luz del realce, la sombra de los pliegues
y la línea que busque gloriosamente un fin;
y quiero que a tu gama de blancos sueños áticos,
cuando modules gestos, ya heroicos o ya extáticos,
Corneille le dé sus bronces y sus sedas, Racine.

A veces, en mi anhelo, imagino tu esbelta
figura de esforzado .... En blanca blusa suelta,
hirsutos los cabellos, a la luz del taller,
persigues con atento mirar desde tu banco,
lineales melodías por el silencio blanco
del mármol en que sueñas un cuerpo de mujer.
'
¡Ya tomas el escoplo! Al beso de la línea,
la piedra se estremece, y cándida, virgínea,
esboza cuerpo eréctil, sin velos de pudor,
que luce de tu ensueño la nívea hermosura,
desnuda, esplendorosa, vestida en su blancura
de frío, de pureza, de luz y de candor.

Y vívidos, radiantes de alegría los ojos,
sigues, bajo la lluvia de los blancos despojos
que saltan a los golpes de tu hierro vivaz,
los últimos contornos, 'que la piedra te esconde,
pero que tú ya sientes, sin saber aún por dónde,
correr en melodía tumultuosa y fugaz.

Al verte así, en momentos en que nada te arredra,
fecundando la núbil blancura de la piedra,
ansío que a los sueños que llevas en la sien,
-ya esculpas tus idilios en pálidas baladas,
o eternices tus luchas en tragedias nevadas,-
Carpeaux les d6 sus ritmos y sus sombras, Rodin.
*
iAmigo, sueña! iarde! Suba el sol o tramonte,
no quieras con tus manos palpar el horizonte
que en torno de los ojos te despliegue lo real:
vivir de sueño níveo es una vida intensa,
y si en él tu vehemente anhelar se condensa,
tendrá que ser glorioso, tendrá que ser triunfal.

Un día,-cualquier día,-sobre terso alabastro,
el golpe de tu escoplo temblará como un astro,
y serán esculturas los sueños de tu fe;
los sueños que, vestidos de blancuras pentélicas,
se elevan de tu frente, cual las trombas angélicas
que evapora en celeste claroscuro Doré.

Y en tanto, si no esculpes, si al mármol milenario
aún no has dado golpe de cincel visionario,
y a veces desesperas y lloras de dolor,
tal vez, sin que lo sepas, un gesto de tu arcilla
es ya un instante plástico en que lo eterno brilla
sujetando tu gloria. en inmóvil temblor!

MOMENTO ROJO

;A dónde irá mi senda sobre el abismo? Pienso
en el mar, en mi rumbo, en la luz, en lo inmenso .... 
Van pasando las olas celestes, espumantes,
rasgadas por la proa; se aduermen los distantes
confines en la bruma; oscilan los cañones
enormes de la nave, por bajo los bullones
de las nubes altísimas, y el aire desmelena 
los penachos del humo. ?Llegaré? La cadena
que va al timón chirría; por los negros y ralos
cordeles que aseguran las vergas y los palos,
cruza un ave, y como ella que divaga, perdida
en el aire, en la luz y en el agua teñida
por el cielo celeste, mi esperanza despliega '
sus alas invisibles, y soñando se entrega
al viento de la tarde.
El sol desciende, pasa
la línea de occidente, y su fulgor abrasa,
por debajo, la comba de las nubes. La orilla
de cada pliegue blanco o ceniciento brilla
con un viso de púrpura que suavemente deja
caer sus bermellones sobre el agua azuleja.
El mar, clareado, sube, y hasta donde se pierde
reluce sin un punto de gris, de azul, de verde:
itodo es luz escarlata! ?Qué recuerdo lo agita?
Qué remueve el afán de sus aguas? ?Qué excita
el fervor de sus sueños, y lo une al arrojo
con que cruza los aires este momento rojo?
Es tan humano el ritmo silencioso que impulsa
el avance del agua purpurada y convulsa,
que me turbo, y mis ojos, en los laxos o erectos
latidos de las olas, ven surgir, resurrectos,
los sueños porque un día se dieron a este abismo
los corazones locos de pasión o heroísmo.
iCómo lucen y tiemblan! iCómo pasan aquellos
humildes y dolientes! iCómo siembran destellos
triunfales estos otros! Cómo este grupo deja
en tanto aquel que lucha, se crispa, se revuelve,
se levanta, se hunde, pero intrépido vuelve
a subir cual si fuese tras la luz ilusoria
que sonríe en los rojos laureles de la gloria!
Por aquí ruedan unos que van a donde quiera
llevarlos el capricho de un impulso cualquiera;
y por allá, por largas sendas desconocidas,
como revuelto grupo de hojas mustias ckídas
en el obscuro otoño de la pasión, van esos
que encendió la sedienta locura de los besos
en ansias purpuradas, y que un leve suspiro
barrió como puñado de cenizas.. . . Aspiro
la esencia del instante visionario; me lleva,
me arrebata el prodigio. El oleaje se eleva
con luminosa insania de heroicidad, con brío
que yo siento en mi sangre como si fuera mío.
Es un ritmo en que dichas y dolores enlazan
raudamente sus lágrimas a sus rosas, y pasan
camino del olvido; es ímpetu que sueña
con alzarse del lodo, y oscila y se despeña;
es el himno ignescente que en 13 flor es perfume
y destello en el astro, el himno que consume
las fuerzas interiores de todo ser; es llama
que en su floral instante por algo eterno clama!
¡0h los verdes laureles! ¡Oh la inútil porfía
de todo lo que lucha sangrando de alegría!
iQué me quiere esta hora? {A qué las remembranzas
de sueños extinguidos y muertas esperanzas?
A qué la imagen loca de la vida que llega,
en un minuto fúlgido, a caer en la brega,
como el mar que en su anhelo por salir de sí mismo,
no avanza y se revuelve sobre su propio abismo?
de su lánguida vida, una estela bermeja,
.
Cambia la luz: amengua. Es el viento, un suspiro.
Van por el agua undosa reflejos de zafiro
que se elevan y se hunden. Desciende la infinita
serenidad del cielo sobre la mar. Palpita,
a lo lejos, perdida en la luz azulosa,
una gaviota, alígera, como una mariposa,
y, por lo más remoto del confín solitario,
recogiendo hasta el último destello visionario,
el momento de púrpura se aleja y, desvaído,
se desliza con todos sus sueños al olvido.

DIA GRIS

Otoño. La garúa sus finas chispas llueve
cobre la mar. El agua cenicienta se mueve
apenas.- No hay oleaje, ni espuma, ni murmurio
en toda la ribera, es un mar de mercurio
que a veces hunde el borde. arrastra, los pedrisco
y de un golpe se quiebra en los agudos riscos
afelpados de musgo. Hace el gris que se liguen
los confines del agua con los del cielo. Siguen
mis pupilas la ruta de unas aves, v pienso
como, cual ellas, mi alma, sobre el abismo inmenso,
se ha cernido buscando los efluvios de ideas
que suben de las altas y las bajas mareas ....
La vez postrer, quería una frase de aliento
de tus olas, ioh mar! y sólo el frío viento
me respondió. ¿Te acuerdas? La sombra vespertina
obscurecía el fondo de tu agua cristalina,
y algo extraño bajaba con las tintas inciertas,
algo como ilusiones, que con las alas yertas
de tanto levantarse y azotar las combadas
alturas silenciosas, cayeran desmayadas. 
Había alma en el aire. Y tú que te esparcías
ligero, bullicioso, y que riendo ponías
en la sien de la ola una chispa de idea,
callaste ante la noche, callaste, y tu marea
-así como el romano gladiador que, vencido,
rodaba por la arena, y luego, enardecido,
descubría su pecho, SUS mórbidos relieves,
y esperaba en silencio los pavores aleves
de la muerte cercana,- así, muda y bravía,
tu marea sus pliegues, sus músculos henchía,
y en su avance postrero, en la Última bravura
del agua reluciente, bajo la noche obscura
quedó como quedaba, sin soltar un gemido,
en la ruda palestra, el gladiador caído!
a tu fuerza creadora, y en una solitaria
Al mirarte postrado, no insistí en mi plegaria 

peña gris de la orilla, con la frente en las manos
me sumí en un abismo de dolores arcanos.
ignora las pueriles tristezas y el lamento;
hoy respiro el aroma de la luz, hoy me ligo
a todo lo que sueña y se levanta, v-sigo
en el vértigo eterno, la vida de las cosas,
ardiendo con los astros, muriendo con las rosas:
el lejano destello que nos guía se esconde?
<A qué volver los ojos? Tras lo azul que describe
.su línea de horizonte ?qué palpita? $qué vive?
-con las que tu grandeza besaba mis pupiIas;
amé tus voces muertas en estos peñascales,
que oía yo en las leves arenas musicales,
cuando en altas cascadas las vertía en mis manos
al soplo de la brisa, y desde esos lejanos
instantes de mi vida, siempre hollé tu ribera
cuando quise en mis dudas un aliento cualquiera.
*cómo a la vida obscura se la exalta y redime!
Cuánto tiempo ha corrido? No lo sé. Hoy mi acento
Pero a veces la senda es tan obscura .... $Dónde
Yo amé desde muy niño tus aguas verdes, lilas,
No seas hoy como antes: habla, responde, dime
Calla el mar, <sueña o duerme? Su inmensidad apenas
se arruga y desarruga; húmedas las arenas,
al pisarlas no crujen; cerca de mí se atreve
a triscar una onda, y su vellón de nieve
blanquea entre los riscos .... Miro, al confín, la curva
de las aguas tranquilas; va, ligera, una turba
.de nubarrones grises, y, al ras del mar, el viento,
-haciendo en la neblina fugaz desgarramiento,
traza una leve y larga línea azul .... Continúa
descendiendo la fina, temblorosa garúa. 

http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0035892.pdf

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