AMAL DUNQUL

Qala-Egipto, 1940-1983

ELEGÍA NOCTURNA


(A Mázen Yawdat Abu-Gazala, a quien conocí
en los años de pregunta, ido con “la Tempestad”)

Desde el primer momento
leí en sus ojos el día en que moriría,
le vi en el desierto de Neguev, muerto,
retrocediendo...
Clavando en él sus labios,
sin que le devolviera un solo beso.
Deambulábamos por el viejo Cairo,
nos olvidábamos del tiempo,
huíamos del ruido de sus coches,
de las canciones de sus mendigos,
y la estación del metro nos acogía, cansados,
a la tarde.
Él lloraba un país. Yo lloraba un país.
Llorábamos hasta que los versos
se iban,
preguntando,
dónde estaban las líneas de fuego,
si la primera bala estaría allá, o aquí.

.............................

Pero ahora...
Mi párpado, a lo largo de la noche,
continúa sin poder
probar el sueño.
Y miro hacia el reloj tirado junto a mí,
a ver si vienes... A través de controles
y de asedios.
Se ensancha el círculo rojo de tu camisa blanca.
Lloras de pena.
¡Te he visto, hecho ya añicos, en el Neguev!
Y me preguntas,
dónde estará tu bala,
dónde estará tu bala.
Luego desapareces como un pájaro, herido,
golpeas tu espacioso horizonte,
caes en la oscuridad de la orilla,
pidiendo una mortaja.

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Y cuando la mañana, por la radio,
llega con las albricias,
descorro las cortinas de mi ventana.
¡Y no te veo!...
Me quedo quieto, hundido de vergüenza.
Y pregunto, si la primera bala estuvo aquí,
¿o estuvo allá?

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