ROLAND DUBILLARD

París-Francia, 1929-2011

Si regresa el ruido a mi oído
como a un árbol su manzana;
si ya no he de ser yo más quien al volante de las olas
conduzca al mar donde el mar se merece;
si tengo horizontes que entran en mis ojos,
baste un grito para tocar el tímpano de los muertos;
Si me ahogara la nada, incluso sin garganta
hurgaría con los dedos del olvido en la memoria 
como una chaqueta en su armario;
Si vuelve a suceder, y si se reinstala y si
tengo que marcar mi propio rostro y lacerar mi cicatriz
como un clavo se aferraría en su estribo;
si esto es lo absolutamente necesario
y el último ariete con el que se abre la puerta
y si es por aquí que tendré que salir,
¡Qué me importa! ¡Pero, entonces, que alguien me lo diga!
Que alguien me lo diga y yo me quedo en tierra,
clavado en mi sonrisa y recto sobre mi trasero.

de Je dirai que je suis tombé (Gallimard, 1966)

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