NIKIFOROS VRETAKOS

Krokeés, 1911-Atenas-Grecia, 1991 

CARTA
A Themo Amurgui 

No tengo una hoja de los viejos árboles verdes. 
En este papel te escribo mi tristeza 
tan leve que la lleva el viento, 
tan buena y tierna que el sol no se sorprende, 
noble como el silencio que camina de noche 
en la hierba. Simple y pura como el agua que corre 
sin que nadie adivine que nació de la tormenta de ayer.
Muchos han muerto. Muchos seguimos viviendo. 
Todos estamos heridos. 
El mundo pesa de tanto dolor. 
Con el silencio del mar recibirás mi tristeza. 
Te envío este eterno "no me olvides", es una 
luz plegada en una pequeña nube. 
Te envío este corderito, pues estás cerca de Dios, 
para que lo lleves a su verde jardín. 
Te envío este niño con el pie quebrado. 
Álzalo hasta la ventana con el Lucero, 
cerca del mundo, cerca del sueño. 
Cerca de tu bondad cálida como el aliento de una madre. 
Cerca de la chimenea donde apoyas la mano en la frente 
y sueñas con la felicidad del hambriento, del soldado, del enfermo. 
Colócalo cerca de la verde bandera. Cerca del rojo 
caballo. Junto a tu madre que rodeada 
por los gorriones de enero teje la esperanza. 
Colócalo cerca del suspiro de la amistad. Cerca, muy cerca. 
Siéntalo y abre como una sonrisa la ventana 
para que vea el mundo. 
Nada más, querido Themo. 
Como siempre peregrinando por la tierra del sol, 
te saludo con el ala de mi pena. 

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