LUIS RODRIGUEZ VELASCO



Santiago de Chile, 1838-1919


QUINCE AÑOS


Cumpliste los quince años, lindísima chiquilla,
ya bajas el vestido y al mundo vas a entrar,
y con fugaz sonrojo su cándida mejilla,
cuando te mira un joven se empieza a colorear.
Así a vivir comienzan las niñas agraciadas;
las miran y les gusta y empiezan a sentir,
y vienen las palabras detrás de las miradas,
y llenas de alegría las oyen repetir.
¡Cuidado! En torno tuyo risueños gavilanes,
con plumas de paloma ya empiezan a volar,
y al verte tan hermosa, te miran los galanes
como la abeja mira la flor que va a picar.
Dirán muchas cosas, dirán dichos bellos,
palabras seductoras de dulce vibración...
¡Ay, niña, no lo creas; sonríete de ellos,
pero a ninguno entregues tu virgen corazón..
Es cierto que eres linda, cual blanca mariposa
que liba en los jardines el cáliz de la flor;
pero hay otra belleza mil veces más preciosa,
belleza que en el alma derrama su esplendor.
De esta belleza pura tu frente es el reflejo,
virtud inmaculada, sublime sencillez;
y acaso cuando a solas te miras al espejo,
sonríes, ignorando que es ella la que ves.
¡Quince Años! Va cambiando la escena de tu vida,
absorta te detienes al borde de otro mar:
suavísima, olorosa, la brisa te convida,
y ves por blandas olas tu barca acariciar.
El cielo esparce luces, la tierra brota flores,
los ángeles te prestan su gracia celestial:
con himnos de ternura te arrullan los amores
y agitase de dicha tu seno virginal.
¿No es cierto que es muy bella la vida de los quince años?
El alma a todo presta su espléndido color:
¡doquier el mundo ofrece bellísimos engaños,
doquier se ven brotando las rosas del Amor!
¡OH, déjalas que broten y escoge las bellas,
sin arrancar las hojas del prístino botón;
Haz ramos y guirnaldas Y adórnate con ellas,
y entona con las aves del alma la canción!
¡Quince Años!, en el alma se siente un vago Anhelo,
extraña y dulce mezcla de gozo y de ansiedad;
Y es el amor que ya viene bajando desde el cielo,
y poco a poco llena de luz su Oscuridad.
Entonces en los ojos se aviva la mirada,
el corazón empieza más fuerte a palpitar;
el alma con otra alma se ve transfigurada
y vienen gratos sueños la mente acariciar.
¡Cuidado, pues oh , niña! Risueños los galanes,
mendigan ya el aroma de tu alma virginal,
Y en torno tuyo vuelan astutos gavilanes
cual vuelan las abejas en torno del panal.
Tan sólo si hay entre ellos una alma y pura,
que sepa comprenderte, que te ame con Pasión,
que en tu alma deposite tesoros de ternura,
entrégale a ella sola tu virgen corazón.

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