Charlestown-Estados Unidos, 1892-Hyannis, 1944
EL RETORNO
De
noche oímos la cadencia de fuertes pisadas
De
la salida de tropas, las últimas cohortes partieron
Por
la Puerta Norte. Esa noche algunos escucharon al atardecer
Inclinando
sus párpados hacia Septentrión.
La
mañana atronó y los jóvenes derribaron los trofeos
Y
adornos de guerra: los arcos eran fuertes
Pero
bajo el sol solo piedra; la conquista se acabó
Cercadas
nuestras columnas, todo nuestro ánimo se derrumbó
En
fragmentos. En el polvo, ancianos con penachos
Blancas
cejas engullidas como caras quemadas por el sol,
Fueron
cayendo. Pero no más de los que pudiéramos recordar
El
viejo lobo de mar, los nombres de los soldados y de los escultores.
No
sabíamos que el final estaba cerca: ni porqué
llegaba;
sólo que mucho antes del final
Muchos
deseaban morir. Entonces los buitres hambrientos
Sobrevolaron
más lentamente el cielo.
Todavía
había impuestos. La sal estaba cara. Los soldados desaparecidos.
Ahora
había mucha bebida y lascivia
Las
casas alborotadas toda la noche con altercados. Pero sólo
Por
un tiempo. Pronto las tabernas no tenían tejados
Es
extraño pero fueron los jóvenes, casi niños,
Quienes
primero abandonaron la esperanza; el viejo aún vivía
Un
poco, por fin, un poco de vida en los ojos.
Era
la joven cuyo hijo no sobrevivió.
Algunos
dormían bajo las ruinas, hasta
Los
rostros de los dioses se congelaron. Luego vino el miedo.
Algunos
hubieran respondido en sueños, pero restaurada la mañana
Interrogatorio.
Entonces Oh! entonces, oh! ruinas
Templos
de Neptuno invadidos por el mar
Y
los delfines veloces como arroyos deportivos
Como
luz solar cabalgó sobre el suelo veloz
El
mar se desplegó y lo que era azul se convirtió en plata.
Traducciòn Ignacio Pemàn
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