JEAN LORRAIN

Fécamp-Francia, 1855-París, 1906

NARCISO 

Ni la dulce languidez de las flautas y las liras.

Ni los perfumes murientes de los tenues incensarios.
Envueltos cadentes en la calma de las tardes,
Ni los brazos frescos y desnudos ni las sonrisas sabias.
No pueden reavivar el fuego de las vanas esperanzas,
En mi corazón y, cansado de amores y de delirios,
Efebo rubio engatusador de las hetairas
Felices, yo he posado mi frente en tus lirios negros.
Y los lirios venenosos, flores de sombra y de tinieblas
Sobre mi templo entreabierto a sus cálices fúnebres
Me han mostrado mi infamia y casto deshonor.


Y descendiendo viviente en el horror de mi ser,

He saboreado la extraña y suave felicidad,
De poder odiarme, habiendo logrado conocerme.


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