FERNAND GREGH

París-Francia, 1873-1960

MARINA


Los mástiles gimen bajo las velas,

Dulcemente,
Y mecen en el aparejo
A las estrellas.
Y el balanceo es tan dulce,
Tan tranquilo,
Que el puente parece inmóvil
Delante de nosotros,
Y que a través del cielo libre,
Al viento fresco
Donde la madeja de aparejos
Tiembla y vibra,
Se diría que, en el aire azul,
Oscilante,
Está toda la noche que, lenta,
Rueda un poco...
Apenas si el mar gruñe
En los bordes sordos
De un arrecife que bate siempre
El agua profunda.
El humilde olor de los henos segados
De la orilla
Resbala con el olor salvaje
De los peñascos.
La sombra es tempestuosa y caliente;
En las olas,
Una marsopa, cerca de los ojos de buey,
Sopla y merodea.
Y, sorda murmura a proa
Monótona,
Yo escucho al agua que cabrillea,
En sueño.
Sí, esta noche, en el silencio
De la noche,
El mundo sin fin, sin ruido,
Se balancea...
—Y yo soy también mecido
Sobre el agua gris,
Yo me siento entre la brisa
Balanceado,
En el largo murmullo de la playa arenosa
Dulzura-amargura,
Para dos infinitos, el mar
Y el sueño...

(De Los colores de la vida).

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