Tiberíades-Israel, 1919-1992
LA CANCIÓN DEL PERRO ENVENENADO
Bajaste una cortina de rizado algodón sobre tus ojos
y por entre sus rendijas espiaste un mundo hostil:
grandes perros-lobo de afilados caninos
e hirientes automóviles desfilando por miles
Oliste aquí o allá pero no oliste
el veneno en la carne
por eso yace
frente a nuestra puerta
tu cadáver
y se seca en tus fauces
la blanquísima espuma
Aullaste tu breve vida
a la lluvia y la luna
Hubo noches heladas
y a veces parrandeabas
con perras por el barrio
A medianoche oíamos
el ruido de tus pies, a la carrera
Ya no saldremos en paseos diurnos
a abrir esas esquelas
que tus amigos te dejaban
en pequeños buzones
junto al pasto
Traducción: Gerardo Lewin
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