ALFONSO CHASE

Cartago-Costa Rica, 1944

ELEGÍA

Cuando dos que se han amado se separan
-para siempre-
algo se quiebra en el orden interno
de la noche.
Una mano llama al guante ya perdido 
y un hálito 
se posa tibiamente en la heredad 
del árbol. 
Cuando dos se dicen adiós ante el espejo 
-sin tocarse- 
apoyando los dedos en las sombras 
la forma detiene el tiempo, 
y en el agua 
la luz adquiere imagen de ventana. 
Puede ser que esa luz 
en forma deslumbrante se haga ancha 
como el mundo 
y un pájaro multicolor caiga desplomado, 
herido por la sed 
que media en el instante 
de esos dos que alguna vez se amaron para siempre. 
Cuando dos que se aman todavía 
-se separan- 
algo los cubre suavemente 
y un lenguaje tácito se nace 
en el sitio en que esos dos dejaron 
la recíproca tortura de olvidarse. 
Algo envejece para siempre sobre el aire. 
Posiblemente se suicide un ángel de tristeza 
al mirar cuando esos dos desaparecen 
-separados por pasos y por besos- 
inventando historias y cantando, 
mojados y oscuros de una lluvia 
que refleja el rumor de sus palabras. 
Cuando dos que se amaron se separan, 
el verano sube sobre las alas de la noche 
y una hoja, sobre el azul del cielo, 
abre los ojos y oculta su estupor 
con un conjuro. 
Cuando dos que se aman se separan 
-sin rencores o espadas- 
un fantasma encantado cobra vida 
y se inclina a recoger 
a esos dos labios, 
desnudos para siempre de lenguajes.

Comentarios