PASCUAL VENEGAS FILARDO

Barquisimeto-Edo.Lara, 1911-Caracas-Venezuela, 2003


JARDINES BAJO LA LLUVIA

La piedra es flor, es árbol,
es música entre las flores y los árboles.
Esta madera roja volcada en ágil arco
sobre el agua que ríe gozosa en las arenas,
este menudo sílice en ondeantes veredas,
todo es vida cromática bajo la Iluvia fina
que colma la mañana con impalpables hilos.

¿Qué miras mientras alzas tu esbeltez que te envidia
el sagú con su talle o el hai matsu hierático?
El tatami palpita bajo tu planta breve
mientras miras la Iluvia decorando los aires.
Tú sabes el lenguaje de este paisaje leve
que se descubre dócil, multiforme, encantado,
mientras el agua hace su ronda imperceptible.

Adivino el silencio de tus ojos perdidos
bajo los pinos tristes como bronces antiguos,
los miro detenerse sobre el haya que añora
la cálida caricia que en el sur se dilata,
el hálito benigno que el Kuro Sío reparte.

Los pinos, oh los pinos, como verdes metales
que un ignorado orfebre tallara hace centurias,
son el alma más pura mientras la Iluvia cae
y canta incesantemente su himno sin palabras.
Matsu, me dices, con voz imperceptible,
matsu, pino silvestre de los lejanos bosques,
un día abandonaste tu vida de rurales azares
para alzarte aquí en medio, entre fresnos y arces,
al lado de este puente de perfectas arcadas,
entre estas piedras blancas que son flores inmóviles,
al lado de estas aguas que en un mínimo lago
son hechizados símbolos de un alma milenaria.

Tu mirada resbala por la Iluvia que cae
sobre este mundo mágico, sobre esa encina triste
bajo este líquido amanecer de mayo.
Es un jardín que sueña
con el corazón palpitante de esta isla de Hondo.


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