JACINTO FOMBONA PACHANO

Caracas - Venezuela, 1901-1951

MENSAJE A LA METRÓPOLI INTACTA


Alguien o algo está naciendo,
alguien o algo se ha detenido en las cabañas,
se ha posado en las cúpulas,
duerme debajo de los puentes y en los establos;
alguien o algo viene alimentando
su estrella con aceite de criaturas deshabitadas,
con llanto de piedras rotas y de campos hundidos.

El agua le ha quitado sus gritos a la muchedumbre
para crecer, para subir, el agua que amenaza
con su voz, con sus brazos, con sus nudos terribles,
los cuellos de las torres desprevenidas,
el agua de los ríos, de los mansos ríos de Dios,
porque os habíais olvidado de su sed enterrada
bajo sus muertos ojos de pez en las arenas.

Bajad de vuestras cumbres para encontrar vuestra memoria,
antes de que la soga os llegue a la cintura
y antes de que flotéis para los cuervos.

A qué tanta prisa inútil por las calles,
tanto viento mecánico como queréis que os lleve,
si no vais a la tienda, ni a la oficina, ni al negocio,
ni siquiera marcháis a vuestras casas:
vais huyendo del río, vais huyendo del agua inmensa.
Yo lo sé. Yo os lo digo. No me creéis y entre vosotros
no hay uno que me tienda la mano
para comenzar la rueda, para empatar la ronda
de la miel y del vino, de la leche y la espiga.

Si de veras sois mis hermanos, no me dejéis llorando
por tanto amor sin pan en las esquinas,
por tanto pie calzado de basuras y lodo,
por tantos agujeros como ya ponen nuestras uñas
en estos diminutos bolsillos para el frío;
no me dejéis acribillando las paredes horribles,
matando pechos, pechos sin sangre, que me huyen
detrás de los cerrojos donde se amella mi protesta;
no me dejéis rasgando blancuras de sepulcros,
para que corran en jirones, entre hilachas,
y yo pueda sentarme con el nardo y el lino.

Bajad a recoger vuestra memoria.
Detened vuestro viento, marchad conmigo adonde todos
podáis decir: vamos a un sitio de verdad.

No me dejéis llorando,
no me dejéis acribillando, no me dejéis rasgando.
Es tiempo todavía de coserle las rutas
al frío de los puentes, de malograrles las agujas
a los pavos de vidrio, a los bueyes iluminados,
para quien los devora con los ojos.

Os ofrezco la oliva,
os ofrezco mi mano para la ronda del milagro,
no mañana, esta tarde, este minuto,
que el agua inmensa vienen rodando montes
y aun podemos cantar, danzar en torno de la alianza,
construir el arca y soltar la paloma.

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