AH,
TUS LARGAS PESTAÑAS...
Ah,
tus largas pestañas,
el
agua oscura de tus ojos.
Déjame
hundirme en ellos,
descender
hasta el fondo.
Como
baja el minero a la profundidad
y
oscila una lámpara muy tenue
sobre
la puerta de la mina,
en
la umbría pared,
así
voy yo bajando
para
olvidar sobre tu seno
cuanto
arriba retumba,
día,
tormento, resplandor.
Crece
unido en los campos,
donde
el viento reside, con embriaguez de mieses,
el
alto espino delicado
Contra
el celeste azul.
Dame
tu mano,
y
deja que creciendo nos unamos,
presa
de todo viento,
vuelo
de aves solitarias.
que
en verano escuchemos
el
órgano apagado de las tempestades,
que
nos bañemos en la luz de otoño
sobre
la orilla de los días azules.
Alguna
vez iremos a asomarnos
al
borde de un oscuro pozo,
miraremos
el fondo del silencio
y
buscaremos nuestro amor.
O
bien saldremos de la sombra
de
los bosques de oro
para
entrar, grandes, en algún crepúsculo
que
roce tu frente con suavidad.
Divina
tristeza,
ala
de eterno amor,
alza
tu cántaro
y
bebe de este sueño.
Una
vez alcancemos el final
adonde
el mar de manchas amarillas
calladamente
invade la bahía
de
setiembre,
reposaremos
en la casa
donde
las flores escasean,
en
tanto entre las rocas
tiembla
un viento al cantar.
Pero
del blanco álamo
que
hacia el azul se eleva
cae
una hoja ennegrecida
a
descansar sobre tu nuca.
Versión
de Ernst Edmund Keil
"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998
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