San Mauro di Romagna -Forlí-Italia,1855 - Bolonia, 1912
EL NÁUFRAGO
I
El mar, en la oscuridad, se hizo maligno. ¡Gritaba
bajo el crujido del fulgor! Ahora,
aquí y allá, brilla su espuma rosada.
Lejos de él, ahora su espuma se dora
en torno a montones de algas. Se derrama
el hálito salado de la nueva aurora.
Van y vienen en un susurro las olas.
Parece que una sube después de la otra
para ver mejor. Y una pregunta, y la otra
responde, espiando entre aquellos montones de algas.
II
¿Quién es? No sé. ¿Quién eres? ¿Qué haces? Nada más.
¿Duerme? No sé. Sí: no se mueve. Y el mar
perennemente se mece delante de él.
Sin darnos cuenta besamos tus ojos abiertos.
¿Qué miras? ¿El viento ha destrozado la nave?
El viento vano que, si existe, ¿ni aparece?
¿Y tú quién eres? Nosotras, casi dóciles esclavas,
nos movemos juntas, morimos aquí juntas
con suave queja...
Somos olas, ola que canta, ola que gime...
III
Tú miras triste. ¡Y entonces era quizás
tuya la voz que parecía maldecir
en plena noche en medio de la tempestad!
Somos olas soberbias, olas sumisas.
Olas y nada más. ¡Es tanta el agua del mar!
Existimos en un instante, y ya nunca más somos las mismas.
Yo soy aquella que se estrelló allá.
Y yo soy aquella que está estrellándose allá.
La ola que gime ahora está allá arriba, canta;
la ola que ríe, llora a tus pies.
IV
Somos aquello que tú eres: no somos.
La sombra del movimiento somos. ¿Y hay olas
también entre ustedes, hijos del rojo Adán?
No hay. Es el viento que agita, confunde,
mezcla, alza, baja; es el viento
que nos aplasta contra los roqueríos y rueda hacia la orilla.
¡Paz! ¡Paz! Volvió la bonanza.
¡Paz! Volvió la serenidad.
Tú duermes y parece que en sueños abres los brazos.
¡Olas! ¡Olas! Ola que va, ola que viene...
Versión de Rosemarie Heyn y Lorenzo Peirano
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