Bulgaria, 1922-2003
DIMENSIONES O CRUZ
De ala a ala,
abierta,
la medida del ave
para el horizonte.
De mano a mano,
en la cruz clavada,
la medida del hombre
para el Universo.
SIEMBRA A CIEGAS
Arrojadas de ninguna parte
por la mismísima mano vacía del Universo,
semillas de laboratorio,
esparcidas y abandonadas a su suerte,
o peor todavía,
bajo permanente control,
nos precipitamos
y precipitamos
cada vez más aceleradamente,
más unidireccional,
más vertical,
cada vez más y más
hacia la Tierra,
hasta sembrarnos en ella.
¿Y qué brotará?
FUTURO RADIANTE
–¿Pájaro? –preguntarán los niños–. ¿Pero qué es eso?
–Algo policromo, con plumas, alado.
Muy hermoso, etéreo.
Vuela hasta las nubes.
Y canta como una campanilla cristalina.
¿Vuela? –exclamarán los niños– ¿Sin pilas,
por sí sólo?
¿Su canto hechiza?
¿Todo plumas de colores deslumbrantes?
¿Y no nos ataca, no mata?
¡No! ¡Fantasías!
¡No ha habido, y menos habrá todavía
un ser así, de cuento de hadas!
HASTA DÓNDE LLEGAREMOS
De la época de los enormes dinosaurios,
a pesar de que corrían a desmayante velocidad,
apenas han llegado a nosotros fósiles
de vértebra o cascarón.
¿Desde nuestra época de vanidosos homosaurios
que vuelan a velocidad supersónica,
hasta dónde llegaremos bajo las cenizas
con el herrumbroso casquillo de bala?
¿Bajarán? los superiores equisaurios,
subatmosféricos buceadores-arqueólogos,
a arrancar con telepáticas uñas
desde el fondo del tiempo de nuestros barcos,
hundidos para siempre jamás,
el congelado embrión de una loca idea,
las huellas dactiloscópicas del dolor,
los moluscos de unos verbos:
Non omnis moriar.
To be o not to be.
SOS.
MURALLA CHINA
A primera vista la reconocí, y ella a mí.
Peldaño tras peldaño
siempre hacia arriba
por la milenaria muralla dentada.
Ningún guía me hacia falta,
ni lengua de confusiones.
El ancestral cordón umbilical me conducía
a ciegas.
Echaba vistazos por las aspilleras.
Al otro lado permanecían
la misma hierba ingenua,
las mismas montañas y bosques y cielo
radicalmente otros:
amenazantes, prohibidos, ajenos,
guaridas del terror y los sobresaltos.
Mucho tiempo anduve por esa espalda de dinosaurio,
alzada de horizonte a horizonte,
de época a época
sellando el aire,
suspendiendo el eco.
Sólo el tiempo como culebra
se abre paso sin obstáculo,
instante tras instante,
convulsión tras convulsión,
siglo tras siglo.
Palmeaba el hombro de la piedra
con un gesto familiar y le decía en silencio:
Estás en mis células, emparedada,
desde antes de nacer.
Tus aspilleras
son mis ojos hacia el mundo
entornados de desconfianza.
Tu cuerpo está soldado
con mi sangre, sudor y lágrimas
piedra sobre piedra,
horror sobre horror,
silencio sobre silencio.
¿Cuántos milenios de eternidad me serán necesarios
para en mí misma derrumbarte?
Cinco poemas de Blaga Dimitrova
pertenecientes a la antología Espacios,
traducidos por Zhivka Baltadzhieva
Del libro ESPACIOS, Blaga Dimitrova. Antología bilingüe búlgaro-español. Selección, edición bilingüe, prólogo y traducción de Zhivka Baltadzhieva. “La Poesía, señor hidalgo”, Barcelona, 2006.
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