Neuruppin-Alemania, 1903-Wilhelmshorst ,
1984
ZARAGOZA
1941
Fantasmales
se despliegan las oscuras sombras otoñales
de los
árboles de la ribera sobre el río negro.
Sobre mí
amenaza el helador reflejo
de la
ciudad, que descansa pétrea: tumba devastada por el miedo.
Sin
embargo, el Ebro murmulla...
Voy a
través del campo enemigo. Las cercanas paredes
me
agreden con sus huecas miradas.
Las
calles huyen. Una huida sin fin
por el
campo y la noche bajo la dura luz de las estrellas.
Sin
embargo, el Ebro murmulla...
Su eco
llena los muros con un canto lastimero.
En el polvo
del camino, dos mujeres se ovillan mudas
por
largas noches en el silencio.
Mataron
a sus maridos en los calabozos
Sin
embargo, el Ebro murmulla...
Las
mendigas alargan sus brazos
desesperadas.
Se agazapan como proscritas.
A la
orilla del río cruje el psao guardián de los gendarmes.
Caen los
brazos cansados de vivir, ateridos por el miedo
Sin
embargo, el Ebro murmulla...
De la
amenaza mortal y el miedo surge
en la
pálida bóveda de la noche un torso gigantesco:
la
pétrea violencia de la catedral.
Y
ancianos relojes golpean sordos por encima de las cumbreras
Sin
embargo, el Ebro murmulla...
Traducción
Teresa Abad.
II
Pesadamente
se alzan desde el suelo las torres
que
antaño veíamos inalcanzables ante nosotros,
pues nos
desangramos en el acero de las torres blindadas,
cuando
herido el cielo lloraba por el hombre miserable
Sin
embargo el Ebro gritaba...
Nos
arrastramos hacia la corriente. Las olas fluían enemigas.
Las
férreas alas de la muerte se agitaban cerca
Del
cielo caían llamas hacia nosotros
La
ciudad a lo lejos! La ciudad allí esperando.
Rojo
sangre crecía el Ebro.
Ella
esperaba a nuestro ejército de libertad;
nosotros,
casi sin armas, luchábamos contra la superioridad
de la
ola blindada que nos arrastraba hacia el mar.
Un
llanto recorrió el río por la polvorienta pendiente de la noche
El Ebro
descendía...
En el
agua nadaban nuestros muertos en silencio
abriendo
los ojos al pasar a las afueras de Zaragoza,
donde
estaban mujeres y hombres, inclinándose en el dolor
y
sabiendo, que su saludo estaba prohibido
El Ebro
fluía.
III
El Ebro
murmulla...
Murmulla
a través de la tierra el enorme lamento de los héroes
de
nuestro tiempo; murmulla lleno de rabia y poder.
Murmulla
por el vacío espacio de los días muertos.
En miles
de corazones se oye su llamada al combate.
El Ebro
murmulla...
hasta
colmar la inmensidad de la pena,
hasta
que sus aguas crecientes detengan su marcha,
cuando
todos los ojos se agranden en dureza,
y los
invisibles salgan todos de la noche.
El Ebro
murmulla...
Visibles
al pueblo, aparecen en la claridad.
Y
calles, ríos y bosques sólo escuchan sus palabras.
Los
seres van, abarcados por una ola alta como el destino.
La ola
los lleva. También arrastra a los débiles.
El Ebro
murmulla...
Manos
desesperadas se han encontrado en el coraje
Silenciosa
derriba la cólera de los verdugos los portales.
Las
mendigas del camino han desaparecido.
Están en
pie en la montaña; ¡y no están solas!
El Ebro
murmulla...
Acuden
con las armas y el ejército de los campesinos
para
ayudar al pueblo de la ciudad que allí lucha.
La plaza
del Pilar no abarca a la gente entre sus muros,
en la
que con henchido pecho canta la libertad, pues libre
el Ebro
murmulla y murmulla.
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