Queenstown , Tasmania-Ausralia, 1918-1992
EL COMEDOR
Hay un armario apenas lustroso. En otros días
oyó la voz de mis ancianas tías,
oyó la voz del padre de mi padre,
y la voz de mi padre.
Á sus memorias el armario es fiel.
Se engañaría el que creyera
que tan sólo callar sabe. Yo hablo con él.
Y también hay un cuco de madera
que ha perdido la voz no sé de qué manera.
Yo no se lo pregunto.
Acaso se rompiera
la voz de su resorte, pura y sencillamente
como la de un difunto.
Hay un antiguo aparador, oliente
á cera, á confituras,
á carne y á pan y á peras maduras.
Es como fiel sirviente
que sabe que robar al señor, está mal.
Han llegado hasta mi muchas visitas,
hombres, mujeres. Nadie cree en tales almitas.
Y al ver entrar á un visitante, me sonrío
cuando dice al no ver ser vivo en torno mío :
— Señor Jammes <y qué tal ? —
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