Cartagena-Colombia, 1879 - Cartagena 1950
A SATÁN
Acude, rey infernal.
Fausto
Satán,
te pido un alma sencilla y complicada
como la tuya. Un alma feliz en su dolor.
Tú gozas - y yo envidio tu alegre carcajada -
si un tigre, por ejemplo, se come a un ruiseñor.
¡Mi vida, esta vida te ofrece una trastada!...
-Mi vida, flor inútil sin tallo y sin olor,
se dobla mustiamente ya casi deshojada...
Y el tedio es un gusano peludo en esa flor.
¡Pensar diez disparates y hacer mil disparates!...
Pués tú, Satán, no ignoras; que yo perdí el camino,
y es triste -aquí en la tierra del coco y del café-
vivir como las cosas en los escaparates,
para de un aneurisma morir cual mi vecino...
¡ Morir sentado en eso que llaman W.C !
NUEVA YORK
¡Pepito, Pepito, hay pelea!
I
¡Pobre y más que imposible vestido provinciano,
de ajustada chaqueta, de angosto pantalón,
que allá en mi villa fuiste tan elegante... En vano
serás aquí lo quo eras, vestido "comme il faut!".
Salimos de la tierra tranquila del banano,
y en este manicomio revuelto de los "truts",
quién sabe si algún taxi nos mande hacia el arcano
sin un whisky y sin una pastilla "chewing gum!".
Ciudad que vive en una perpetua pesadilla
febril y alucinante, que angustia y maravilla,
donde no canta un gallo, donde todo es un "bluf".
Que a mí me causa insomnio, que a ti te quita el sueño
tornándote neurótico, lo mismo que a tu dueño,
¡porque fue un disparate venirnos a New York!...
II
Rascacielos, enormes rascacielos, que al paso
nos salen cual fantasmas de otro planeta... Yo
y tú, dos infelices oriundos del acaso,
ciegos, mudos y sordos quedamos como Lot!
¡Dime qué haremos, dime qué hacer en este caso...
Mira tú si es idiota viajar en ascensor,
no sabiendo nosotros, biznietos del atraso,
ni jugar a ese juego científico del golf!...
Vámonos para el pueblo, para la oscura grieta
sabrosa de mi pueblo, que a ti de la bragueta
del susto, sí, del susto, se te cayó un botón!...
Y es triste y no queremos entre estas zaragatas,
vivir cual dos imbéciles, morir como dos ratas,
porque fue un disparate venirnos a New York!
A MI CIUDAD NATIVA
Ciudad triste, ayer reina de la mar.
J. M. de Heredia
Noble rincón de mis abuelos: nada
como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas...
Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletín... Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada...
-¡Ya no viene el aceite en botijuelas!
Fuiste heroica en los años coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.
Mas hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno les tiene a sus zapatos viejos.
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