ALEXANDER PENN

De Israel
Nizhne Kolymsk-Rusia, 1906-1972


CONFESIÓN

Mi abrigo simple y el farol sobre el puente, 
noche otoñal y húmedos mis labios por la lluvia, 
así me viste por vez primera, ¿recuerdas?
y fue para mí más claro que dos más dos,
que seré para ti como el pan y el agua 
y como el pan y el agua a mí volverás.
En este triste asunto, cuando ceda tu enojo,
más de una vez también en la mente me maldijiste, 
y mis fríos hombros temblaron de alegría;
porque era para mí más claro que dos más dos 
que por mí te llevarían esposado
y aún así mi corazón no te abandonaría.

Sí, no estuvo bien, fue el colmo de los males.
Mas recuerda nuestros encuentros en la noche, 
y si nuevamente ocurriera – no sería diferente, 
sólo ese pobre y agitado amor,
con ese mismo abrigo y el mismo botón de rosa, 
con esa misma y sencilla ropa,
si nuevamente ocurriera, no sería diferente,
así sería, sin cambiarle una letra, así.

Celé de ti y en la oscuridad te espié,
te odié y hasta las lágrimas amé
y nuestra casa vacía de voz y risa;
y cuando a casa volvías adolorido como un perro,
a mí, por mil lanzabas, los ajenos improperios
y así sabía que en mí, de lejos, pensabas
y esa noche, cuando cerraste la puerta
y te fuiste para no volver y en mi seno un niño,
se apagó sólo la luz de mis ojos, mas mi corazón no flaqueó,
porque era para mí más claro que dos más dos
que todavía volverías a mí y de rodillas te postrarías
y yo, te miraría y diría:

Sí, no estuvo bien, fue el colmo de los males,
pero qué bien que esa noche que nos encontramos,
si nuevamente ocurriera, no sería diferente,
sólo ese pobre y agitado amor,
con ese mismo abrigo y el mismo botón de rosa,
con esa misma sencilla ropa,
si nuevamente ocurriera, no sería diferente,
así sería sin cambiarle una letra, así.

Sabía que no tendría más amor que tú
y sabía, que la muerte, de tus manos llegaría
y yo espero su resplandor –
de improviso llegaría, como el hacha al árbol del bosque,
o vendrá lentamente, como pesares y dolor,
mas, no de un extraño llegaría – de tus manos vendría.

Y entonces, a tu casa, día de duelo y de pobreza,
en sueños tomaría, tonta de mí,
y diría: regreso de vagar por mis senderos,
porque era para mí más claro que dos más dos,
que a tu casa llegaría cuando cerraras los ojos
hasta que te trajeran a mí.

Sí, no estuvo bien, fue el colmo de los males, 
mas pongo por testigo al Dios de los destinos, 
si nuevamente ocurriera – no sería diferente,
sólo ese pobre y agitado amor,
con ese mismo abrigo y el mismo botón de rosa,
con esa misma sencilla ropa,
si nuevamente ocurriera – no sería diferente, 
así sería, sin cambiarle una letra, así.

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