Kristianstad-Suecia, 1928-2011
VIDA FAMILIAR
En las largas y lluviosas noches de invierno, cuando el viento aúlla fuera, mi
mujer y yo jugamos a las cartas. Jugamos en completo silencio, apostando
nuestros cuerpos.
Una media hora más tarde, considero que ya he perdido bastante y me levanto con
calma, diciendo: "No juguemos más. No me queda nada que apostar. He
perdido todo el exterior de mi cuerpo”. El interior deseo conservarlo.
Pero mi esposa no lo consiente. Con amenazas me obliga a proseguir con el
juego. Dejamos de jugar cuando pierdo el cuerpo entero. Sólo mis enfermedades -dolores
de cabeza, resfriados y fiebres- están en mi lado de la mesa. Son noches, en
verdad, bastante tristes.
[Versión al castellano: Jesús Jiménez Domínguez]
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