MARCOS LENZONI



Rosario-Argentina, 1894- 1924


LA CALLE CENTRICA



He aquí la calle céntrica, he aquí la calle inquieta de mi ciudad sonora. Es amplia y es lujosa; férica de noche, de día bulliciosa y siempre algo coqueta.
Es un recto tentáculo, una arteria apoplética que palpita en el ritmo de la gran muchedumbre; es uniforme, limpia, también tiene su estética. Y cada acera ofrece un cuadro de costumbre. Aquí ya existe un poco de gracia y de belleza. ¿Que no tiene carácter? ¿Que no existe el estilo en las fachadas? Que no tiene pureza de gusto el edificio? ¡Qué importa! El Rosario es caprichoso y nuevo, no tiene idiosincracia; multiforme, cambiante, interesante y vario y enemigo de cánones. Tiene su fuerte gracia el gusto de lo áspero. Mi calle predilecta de ésta de edificios enormes, desiguales: junto a una casa baja hay otra que proyecta hacia el cielo infinito. Su contextura sólida de líneas colosales, de hierro y de paredes que imitan el granito en la rubia mañana. Esta calle se llama de muchedumbre espesa, gesticulante, briosa. Mi ciudad tiene esa fiebre de movimiento: la fiebre americana. 
Gusto andar por sus anchas y límpidas aceras flanqueadas de comercios, de tiendas y de bares, de vastos almacenes, de lujosas vidrieras, de espléndidos hoteles y nutridos bazares. 
Camino a pasos lentos, pues en la acera inquieta sólo yo rompo el ritmo. Sólo yo voy cansado, con mi pena secreta, envidiando a los hombres que pasan por mi lado, todos activos, rientes, con la alegría pura que no tienen aquellos que sólo han caminado por las calles dolientes de la literatura...
Pub

 — en Cumaná.
Principio del formulario


Comentarios

Publicar un comentario