JOSÉ EDUARDO SERI


Paraná-Entre Ríos (Argentina), 1911-1976


LA MANO

Veo aún con patético sentido
la mano aquella que en el piano oscuro
dejó con el temblor de su latido
la mucha pena del adiós seguro.

Fue un instante estelar, sólo advertido
cuando la mano dibujó en el muro
la sombra que no ha muerto en el olvido
y es mi elemento emocional más puro.

Y así cayó la mano temblorosa
sobre el teclado de marfil del piano
que tuvo, a más de música, una rosa.

Silencio, luego. ¡Y el pesar sincero
de aquella mano que fundó en mi mano
la soledad de un corazón entero!

ODA A LA LIBERTAD
(a Crisólogo Larralde)

Yo no te grito, Libertad: te siento,
fundadora virtual del sentimiento,
son del más claro y del mejor acento.

Y alabo por tu nombre cuanta cosa
tiene la vida de feliz y hermosa,
dueña ya de su fábula dichosa.

Pluralidad que nace de repente
para que el fuego de la sed latente
se apague en honda y cristalina fuente.

Porque tú eres, Libertad, la esencia
de esa dulce y extraña transparencia
que rige el corazón y la conciencia.

Gozo del alma que se empina, y anda
como fundando por la tierra blanda
la gracia limpia que el amor le manda.

Y, en la familia y el hogar, traduce
la paz que alivia, la amistad que luce
y el señero ideal que lo conduce.

Yo, que anduve proscripto por el mundo,
sé lo que vale tu sentir profundo,
tu palor de lucero vagabundo.

Sé también con qué magia intransferible
procuras lo posible y lo imposible,
lo inexpresable de tu ser sensible.

Y cómo, a veces, en el pecho herido,
te deshaces en lágrima y gemido
y apresuras la sangre del latido.

Y ahondas el fervor. Y te le sumas
con tu brillante claridad de espumas,
con tu chorro de sol entre las brumas.

Canción la tuya que con ritmo alado
restablece en la arteria del costado
la emoción de vivir lo que se ha dado.

Y es alegría de victoria pura,
de la entera y vibrante arquitectura
que en la entidad del hombre se inaugura.

Nota, sí, que señala su destino
y afirma en la aspereza del camino
la muy probada condición de trino.

Y, en el seguro porvenir, afianza
la tónica esencial de la esperanza
que todo puede porque todo alcanza.

Y es lábaro y es guía, suerte plena
del sueño fervoroso que la estrena,
liberado por fin de su cadena.

Por eso mismo, Libertad, querida,
te siento, para gloria de la vida
que ha comenzado a restañar mi herida.

Y, en el tamiz del alma, te decanto,
te vigilo, te cumplo y te levanto
con voz de amor y voluntad de canto.

http://marcelodossantos.blogspot.com/2005/08/un-soneto-de-jos-eduardo-seri.html


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