Paraná-Entre
Ríos (Argentina), 1911-1976
LA MANO
Veo
aún con patético sentido
la
mano aquella que en el piano oscuro
dejó
con el temblor de su latido
la
mucha pena del adiós seguro.
Fue un
instante estelar, sólo advertido
cuando
la mano dibujó en el muro
la
sombra que no ha muerto en el olvido
y es
mi elemento emocional más puro.
Y así
cayó la mano temblorosa
sobre
el teclado de marfil del piano
que
tuvo, a más de música, una rosa.
Silencio,
luego. ¡Y el pesar sincero
de
aquella mano que fundó en mi mano
la
soledad de un corazón entero!
ODA A
LA LIBERTAD
(a
Crisólogo Larralde)
Yo no
te grito, Libertad: te siento,
fundadora
virtual del sentimiento,
son
del más claro y del mejor acento.
Y
alabo por tu nombre cuanta cosa
tiene
la vida de feliz y hermosa,
dueña
ya de su fábula dichosa.
Pluralidad
que nace de repente
para
que el fuego de la sed latente
se
apague en honda y cristalina fuente.
Porque
tú eres, Libertad, la esencia
de esa
dulce y extraña transparencia
que
rige el corazón y la conciencia.
Gozo
del alma que se empina, y anda
como
fundando por la tierra blanda
la
gracia limpia que el amor le manda.
Y, en
la familia y el hogar, traduce
la paz
que alivia, la amistad que luce
y el
señero ideal que lo conduce.
Yo,
que anduve proscripto por el mundo,
sé lo
que vale tu sentir profundo,
tu
palor de lucero vagabundo.
Sé
también con qué magia intransferible
procuras
lo posible y lo imposible,
lo
inexpresable de tu ser sensible.
Y
cómo, a veces, en el pecho herido,
te
deshaces en lágrima y gemido
y
apresuras la sangre del latido.
Y
ahondas el fervor. Y te le sumas
con tu
brillante claridad de espumas,
con tu
chorro de sol entre las brumas.
Canción
la tuya que con ritmo alado
restablece
en la arteria del costado
la
emoción de vivir lo que se ha dado.
Y es
alegría de victoria pura,
de la
entera y vibrante arquitectura
que en
la entidad del hombre se inaugura.
Nota,
sí, que señala su destino
y
afirma en la aspereza del camino
la muy
probada condición de trino.
Y, en
el seguro porvenir, afianza
la
tónica esencial de la esperanza
que
todo puede porque todo alcanza.
Y es
lábaro y es guía, suerte plena
del
sueño fervoroso que la estrena,
liberado
por fin de su cadena.
Por eso
mismo, Libertad, querida,
te
siento, para gloria de la vida
que ha
comenzado a restañar mi herida.
Y, en
el tamiz del alma, te decanto,
te
vigilo, te cumplo y te levanto
con
voz de amor y voluntad de canto.
http://marcelodossantos.blogspot.com/2005/08/un-soneto-de-jos-eduardo-seri.html
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