MANUEL MARTINEZ REMIS

Madrid-España, 1911-1989

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  1. MORDÍA EL POLVO





    Mordía el polvo del hambre


    el raspe del aire era mi agua


    charcas hacían ver mi miseria


    al reflejar, ese don de nadie.





    Aún el hambre en mi deambula


    al ver otros más perdidos


    me salve de las drogas, el opio


    maldito al consumir vidas sanas.





    Mi casa fue la calle mi caricia un látigo


    la rebeldía hedía a carne putrefacta


    eran los besos de heridas llagas


    al castigar el niño, sin ser Jesús Cristo.





    Lloró a veces ver como era entonces


    una mochila de lágrimas sin precio


    si esas lagrimas tuviera fino aprecio


    me sobraría en no ser desobediencia.





    Bendito Dios cuando se le mira a los ojos


    la intención la hace muralla y fortaleza


    es lluvia peregrina cuando en uno edifica


    esa espiral sobria al aceptar el cambio.





    Se necesita ser ángel de febril guerrero


    la sabiduría puesta en notas de musas


    de salir de las retorcidas horas inciertas


    consagrando en oración nuevos preceptos.





    Quién sale de los suburbios en luz


    irradia los senderos del ser supremo


    se necesita férrea voluntad de hierro


    estar en gracias siempre en gratitud.





    Quien domina el vicio y al demonio


    a fe de carbonero vibra en esperanzas


    no suelta la mano de quien soltó cadenas


    el hombre es de constantes desafíos.





    Soy fiel testimonio de mi verdad insepulta


    Dios me concedió el honor de un don


    rendirme en hinojos por ser escritor


    una tarea ardua de luz y clarividencia.





    Ya es hora de ganarle al cronos, al tiempo


    de tener el arco, la flecha y saber apuntar


    al léxico del derramado oro en palabras


    dar el salto más largo, en desnudar secretos.





    LEO FRANK PARK


    LUIS FRANCISCO PARDO HUERTAS

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