MANUEL MARTINEZ REMIS Publicado por desde el amor el febrero 01, 2013 Obtener enlace Facebook Twitter Pinterest Correo electrónico Otras aplicaciones Madrid-España, 1911-1989 Comentarios Unknown19 de febrero de 2017, 12:34MORDÍA EL POLVO Mordía el polvo del hambre el raspe del aire era mi agua charcas hacían ver mi miseria al reflejar, ese don de nadie. Aún el hambre en mi deambula al ver otros más perdidos me salve de las drogas, el opio maldito al consumir vidas sanas. Mi casa fue la calle mi caricia un látigo la rebeldía hedía a carne putrefacta eran los besos de heridas llagas al castigar el niño, sin ser Jesús Cristo. Lloró a veces ver como era entonces una mochila de lágrimas sin precio si esas lagrimas tuviera fino aprecio me sobraría en no ser desobediencia. Bendito Dios cuando se le mira a los ojos la intención la hace muralla y fortaleza es lluvia peregrina cuando en uno edifica esa espiral sobria al aceptar el cambio. Se necesita ser ángel de febril guerrero la sabiduría puesta en notas de musas de salir de las retorcidas horas inciertas consagrando en oración nuevos preceptos. Quién sale de los suburbios en luz irradia los senderos del ser supremo se necesita férrea voluntad de hierro estar en gracias siempre en gratitud. Quien domina el vicio y al demonio a fe de carbonero vibra en esperanzas no suelta la mano de quien soltó cadenas el hombre es de constantes desafíos. Soy fiel testimonio de mi verdad insepulta Dios me concedió el honor de un don rendirme en hinojos por ser escritor una tarea ardua de luz y clarividencia. Ya es hora de ganarle al cronos, al tiempo de tener el arco, la flecha y saber apuntar al léxico del derramado oro en palabras dar el salto más largo, en desnudar secretos. LEO FRANK PARK LUIS FRANCISCO PARDO HUERTASResponderEliminarRespuestasResponderAñadir comentarioCargar más... Publicar un comentario
ResponderEliminarMORDÍA EL POLVO
Mordía el polvo del hambre
el raspe del aire era mi agua
charcas hacían ver mi miseria
al reflejar, ese don de nadie.
Aún el hambre en mi deambula
al ver otros más perdidos
me salve de las drogas, el opio
maldito al consumir vidas sanas.
Mi casa fue la calle mi caricia un látigo
la rebeldía hedía a carne putrefacta
eran los besos de heridas llagas
al castigar el niño, sin ser Jesús Cristo.
Lloró a veces ver como era entonces
una mochila de lágrimas sin precio
si esas lagrimas tuviera fino aprecio
me sobraría en no ser desobediencia.
Bendito Dios cuando se le mira a los ojos
la intención la hace muralla y fortaleza
es lluvia peregrina cuando en uno edifica
esa espiral sobria al aceptar el cambio.
Se necesita ser ángel de febril guerrero
la sabiduría puesta en notas de musas
de salir de las retorcidas horas inciertas
consagrando en oración nuevos preceptos.
Quién sale de los suburbios en luz
irradia los senderos del ser supremo
se necesita férrea voluntad de hierro
estar en gracias siempre en gratitud.
Quien domina el vicio y al demonio
a fe de carbonero vibra en esperanzas
no suelta la mano de quien soltó cadenas
el hombre es de constantes desafíos.
Soy fiel testimonio de mi verdad insepulta
Dios me concedió el honor de un don
rendirme en hinojos por ser escritor
una tarea ardua de luz y clarividencia.
Ya es hora de ganarle al cronos, al tiempo
de tener el arco, la flecha y saber apuntar
al léxico del derramado oro en palabras
dar el salto más largo, en desnudar secretos.
LEO FRANK PARK
LUIS FRANCISCO PARDO HUERTAS