FRANCOISE-RENÉ DE CHATEAUBRIAND

Saint-Malo-Bretaña, 1768-París-Francia, 1848

EL BOSQUE

¡Bosques silenciosos, perfectas soledades,
cómo amo recorrer vuestras umbrías ignoradas
En vuestros oscuros parajes, soñando extraviado,
experimento un sentimiento libre de inquietud.
¡Ilusiones de mi corazón!, creo ver surgir, en exhalaciones
de los árboles, de la hierba, una dulce tristeza;
y la brisa que escucho, y que murmura tan suavemente,
desde los confines del bosque, parece susurrar mi nombre.
¡Oh!, ¿por qué no puedo yo, feliz, pasar mi vida entera
aquí, lejos de los humanos?... Al rumor de los arroyos,
sobre un alfombra de flores, sobre la hierba primaveral,
qué ignorado descanso, a la sombra de los olmos.
Todo habla, todo me place bajo estas tranquilas bóvedas,
aquellas retamas, ornamentos de un reducto silvestre,
o esa madreselva que, alcanzada por un viento ligero que huye,
con insistencia sus inestable guirnaldas balancea.
¡Bosques, en vuestros evitados refugios mis deseos se complacen!
¿A qué amante alguna vez, le seríais tan caros?
Otros os hablarán sin cesar de amores ajenos;
yo por vuestros encantos solos las desolaciones prefiero

Traducción de E. Ehrendost

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