HUGO PADELETTI


Alcorta-Pcia.Santa Fe-Argentina, 1928


LUZ NEGRA


El corazón sangriento
del Abismo,
el Ojo que decide los destinos
esclavos,
se ha labrado su templo hacia lo hondo
del fondo de la luz.
.............. ......Está sentado
para siempre en el trono
de sí mismo,
cuyo recinto regio, emancipado
de todo servilismo,
es siempre, siempre, siempre el mismo Abismo
de luz negra.

FÁBULA


¿Qué pueden prometernos las vetustas
murallas,
la sumisión, el lento
tenerse de las ruinas?

Yo las veía siempre desde adentro
hasta que en mí la abeja, despertándose,
dijo:
-'Esta miel no es la miel'-
y desertó
de las flores con nombre.

Pero al dejar atrás los colmenares
tasados
(donde el árbol demuestra su razón
en el mango del hacha)

se perdió por el mar, el sumergido
pensamiento del mar
y las mareas
del sentido.

UN PÁJARO SE PUEDE DETENER

en la punta de un árbol y abarcar
la inmensidad del cielo. Yo también,
sentado frente al muro,
me detengo en la punta
del álamo y contemplo
la inmensidad. La surcan pensamientos
involuntarios. ¿Cuántas nubes
fugaces, cuántas aves
sucesivas!
Y las dejo pasar… y son tragadas
por este espacio inmenso
que soy yo:
sereno, transparente, luminoso
¿quién soy

yo?

POCAS COSAS


y sentido común

y la jarra de loza, grácil,

con el ramo

resplandeciente.

La difícil
extracción del sentido
es simple:

el acto claro
en el momento claro
y pocas cosas-
verde
sobre blanco.

YA NO VOY A OCUPARME

de la flor del ciruelo,
de la lluvia que cae en el jardín,
de las hojas de jade que palpitan
en el agua de jade.

Me quedo con la impávida ventura
de la taza de té,
con la fresca humedad
de la camelia dibujada.

Ayer es un ciruelo lancinante,
una lluvia que cala el corazón,
un deslumbramiento de jade
que fluye, irreparable,
por el río de jade.

Me vuelvo hacia las formas impasibles
de las flores antiguas del papel,
al amor temperado del laúd,
a la rama de incienso de los clásicos.

SE DICE QUE LAS SOMBRAS DEL HINOJO

cuando se ven de pronto, sobre un lecho
de lajas, figuran el futuro.
La lectura es oscura. Sólo el ojo

que nada espera
ve lo que le espera. Ve la primavera
salpicada de rojo, ve el verano
del piojo y el ratón

–sin goce y sin enojo–, ve el otoño
que desnuda su hueso y, en el beso
de mármol del invierno,
su epitafio, su infierno.

EL ARBOL DE LA CULPA

5

¿Nadie sabe qué es
. . . . el helecho,
este milagro que respira?

¿Nadie sabe qué es
. . . . el gorrión,
que salta en el suelo y se va,
. . . . que vuela en el cielo?

¿Nadie sabe qué es este momento
. . . . de aire como miel,
que ya no es este momento?

Nadie sabe qué es
. . . . el corazón que late,
el tiempo que late y combate
. . . . y los grandes espacios
abiertos, que palpitan.

7

. . De escogidas, profundas, solitarias
. . . . . palabras he vivido. De los bardos
. . . . . . . . . . . del mundo, las movientes
palabras solitarias.

. . . . . . . . ¿Así podría morir?

Cuando cae la carne de las grandes
. . . . . palabras solitarias,
. . . . . . . . . . . cuando cae la carne
de los frutos –oh carne–

. . . . . . . . estoy adentro.

El Andariego. Poemas 1944 1980
Fondo de Cultura Económica, 2007.
http://elpoetaocasional.blogspot.com/2011/12/


Hugo Padeletti  
nació en Alcorta, Provincia de Santa Fe, en 1928. Es poeta y artista plástico. Ha realizado numerosas exposiciones de sus obras en diversos ámbitos del país. Es autor de los libros "Poemas", "12 poemas", "Parlamentos del viento", "Apuntamientos en el Ashram" y "Canción de viejo". Publicó también los ensayos "Arte y poesía en Heidegger" y "Textos ocasionales sobre plástica y poesía". Recibió el Premio Boris Vian (1989), el Premio Mayor del Fondo Nacional de las Artes (2003), el Konex de Platino (2004) otorgado por la Fundación Kónex y la Beca Guggenheim (2005).

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