Saint-Paul (Francia), 1818-Voisins-le-Bretonneux, 1894
EL PERFUME IMPERECEDERO
Cuando la flor del sol, la rosa de Labor,
Con su alma olorosa gota tras gota llena
La redoma de arcilla, de cristal o de oro,
Puede verterse toda en la cálida arena
Los ríos y los mares en vano inundarían
El estrecho santuario en que la tiene encerrada;
Mas al romperse, queda su perfume divino
Que la arcilla ha dejado por siempre perfumada
Pues también por la herida que en mi pecho abrió Amor
Tú resbalas lo mismo que un divino licor,
¡Oh amor inexplicable, que eres todo mi mal!
Pero sé perdonado, y este daño bendito
¡Más allá de las horas y del tiempo infinito
Tendrá mi corazón un aroma inmortal!
De "Los mejores poetas franceses"
Selección y traducción de Luis Guarner
Editorial Bruguera, Barcelona-España, 1974
Comentarios
Publicar un comentario