ADOLPHE RETTÉ


París-Francia,1863-Beaune,1930


HIMNO A LOS ÁRBOLES

Loemos a los árboles por su varia hermosura,
por su dulce rumor en vergel y espesura:
ranas eolias en que suspira la paloma,
ramas, entre las cuales de una techumbre asoma
de las tejas obscuras la vejez.
Cantémoslos a todos a la vez.

Hay manzanos que dejan
caer sus ramas como fuegos artificiales.
Hay álamos inquietos, que, en su temblor, se quejan
al soplo más ligero de las brisas triviales.

Entre las rocas, el severo pino
grave rumor derrama; el sauce fino
moja en las aguas, desde la ribera,
su larga y ondulante cabellera.

Las acacias tranquilas balancean
al sol, en el jardín, su racimo aromado;
los benévolos olmos que el camino bordean
tienden brazos vestidos de un césped afelpado

Tienen vestes de plata los álamos: la aurora
deja en ellos la huella de su faz reidora;
los tilos cuchichean misteriosos;
al sicómoro envuelven en vislumbres misteriosos.

Las hayas entrelázanse trémulas; una viva
llama parecen dar los fresnos al ocaso;
cuando la noche llega se abre un ensueño paso
de las encinas entre la fronda pensativa.

Amemos a los árboles que nos aman; unamos
nuestra voz a la suya fraternal
y estrofas de un poema con ellos repitamos
en que vibre la vida universal.

Arrástrenos del bosque la profunda canción;
acójanos toda esencia fecunda;
y a compás de las savias palpite el corazón
y en el mar de las hojas el alma se confunda.




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