ANTONIA POZZI


Milán-Italia,1912-1938



ARRIBO

Un crujido sordo
sobre el lago
sepulto:
desaparece
a nuestras espaldas en remolinos de nieve
el sendero angosto recto.
Ahora se alza
la voz del ataque en el paso.
Chillido rítmico:
y es quizás llanto frío de fogatas,
grito de tormentas espantosas;
o lamento de pájaros,
jadeo ronco
de zorros gráciles que se ven morir.
¿No vamos a los confines de la tierra?
¿Y cuándo me detendré con otra apariencia
frente a cálidas vitrinas?
(el trineo me habrá raptado
entre sus campanillas,
quedarán a mis espaldas
lámparas rostros cantos)
mi sombra
estará sobre el lago,
mi prenda inmóvil
afuera, en el triste
fabuloso atardecer.








AMOR DE LONTANANZA


Recuerdo en la casa de mi madre

en medio de la llanura

una ventana que se abría

a los prados; al fondo, la orilla boscosa
escondía al río Ticino, aún más al fondo
Había una líneas sombría de colinas.
Yo había visto el mar
tan solo una vez, mas le guardaba
una áspera nostalgia de enamorada.
Hacia la tarde fijaba el horizonte
entornando un poco los ojos, acariciando
contornos y colores en las pestañas
y la línea de colinas se suavizaba
trémula, azulada: a mí me parecía el mar
y me gustaba más que el mar verdadero.



LA VIDA SOÑADA

Quien habla conmigo

no sabe que yo he vivido otra vida
como aquel que te dice un cuento o una parábola santa.
Porque tú eras la pureza mía,
tú cuyas lágrimas dulces corrían en la profundidad de los ojos
si mirabas hacia arriba y así te parecía más hermosa.
Oh velo tú de mi juventud
mi vestidura clara, verdad desvanecida
Oh mundo luminoso de toda una vida que fue sueño tal vez.
Por haberte soñado mi vida querida
bendigo los días que me quedan
que sirven para llorarte.



PLEGARIA A LA POESIA


Oh tú bien me pesas

el alma Poesía:
Tú sabes si fallo y me pierdo
Tú que entonces te me niegas
y callas.
Poesía, contigo me confieso,
pues eres mi voz más profunda.
Camine por un prado de oro que era mi corazón
roto la grama, pisoteado la tierra
esa tierra donde me diste el m{as suave de tus cantos
donde al amanecer por primera vez
vi volar una alondra en el sereno
y con los ojos traté de subir.
Poesía, poesía que eres mi remordimiento más profundo
ayúdame tú para que vuelvas ha encontrar
mi alta comarca abandonada.
Poesía que sólo te entregas
a quien con ojos de llantos te busca
hazme digna de ti nuevamente.
Poesía que me miras.




LA ALONDRA


De la sombra de los olmos

salíamos al camino
para volver
Sonreíamos al mañana
como niños tranquilos
Nuestras manos unidas
componían un fuerte caracol
que custodiaba la paz
y yo estaba tranquila
como si tú fueras un santo
que aplacas la inútil tempestad
y caminas sobre el lago
Yo era un inmenso cielo de verano
al amanecer
sobre infinitas siembras de trigo
y mi corazón
una alondra que trina
midiendo la eternidad.




NOVIEMBRE

Después – sucederá que yo me vaya –

quedará algo
de mí
en el mundo
Quedará una débil fragancia de silencio
en medio de las voces
una tenue aliento blanco
en el corazón del azul
y una tarde de noviembre
una niña hermosa
en la esquina de una calle
venderá tanto crisantemos
y las estrellas os serás frías verdes remotas


Alguien llorará

quien sabe dónde – quien sabe dónde
alguien buscará el crisantemo
para mí
en el mundo cuando deba marcharme sin retorno.



DESPEDIDA DE LAS MONTAÑAS


Esta es la prueba de que ustedes me bendicen

montañas.
Si en la hora de la despedida
la iglesia
me recibe con su blancura de sol
y con fuerza abraza mi tristeza
el canto de las campanas al mediodía.
En la pequeña plaza
una mujer vende ciruelas rojas y amarillas
para mi ardiente sed.
En el escalón de piedra
de la fuente
brilla la hoja de una piqueta.
El agua helada




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