SILVIO PELLICO


Saluzzo, Piamonte- Italia, 1789 - Turín, 1854





MIS PRISIONES

¿Qué importa que triste gima

Mi pecho desventurado, 

Si el alma que Dios me ha dado 
Nadie puede encadenar? 
De sus frágiles prisiones 
Sale rápida la mente, 
Ve el pasado y el presente, 
Cíelo abarca y tierra y mar.

Yo no soy el cuerpo esclavo 
Que apenas vida recibe; 
Yo soy alma que en Dios vive, 
Yo soy libre en el pensar. 
Yo soy un ser que atrevido, 
Cual águila allá en el cielo, 
Mira en torno, y en su vuelo 
Puede el mundo contemplar.

Ser invisible desciende 
De los míos al retiro, 
En su atmósfera respiro, 
Siento su mal y su bien.
La faz de seres distantes 
Veo, y escucho su acento; 
De mil pechos el contento 
Conmueve el mío también.

Saben que, si lejos moro, 
No impide amarlos mi cuita, 
Que junto a ellos palpita 
Mi oprimido corazón. 
Que sólo contra la carne 
El tormento se revela, 
Y que libre el alma vuela 
Sin obstáculo a su acción.

Loor eterno al rey del cielo, 
Al Ser que me dio esta mente 
Que le concibe y le siente, 
Que le puede hablar y oír. 
En vano, pues soy espíritu, 
Darás, Muerte, el golpe fiero, 
Espíritu es Dios, y espero 
Que en su seno he de vivir.

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