OLINDO GUERRINI


Forli - Italia, 1845-Bologna, 1916

ERA EN INVIERNO...


Era en invierno. Estábamos, ya tarde,
sentados junto al fuego, muy turbados,
y con hablar de tiempo, enrojecíamos
cual niños de colegio enamorados.

Sus ojos al bordado ella inclinaba
y al techo los tenía yo clavados;
no se dijera que ambos observásemos
sino que ambos éramos observados.

Pensaba yo: "Por sólo una sonrisa
le daría la sangre de mis venas,
y de las flores de mi ingenio el ramo".

Cuando de pronto, alzose ella muy pálida,
sus manos escondió entre mis cabellos
y "Escucha -dijo susurrante-: "Te amo".

LAS LUCIENTES CABELLERAS

Las lucientes cabelleras
de las amantes queridas
son lujuriosas banderas
desplegándose guerreras
sobre las carnes vencidas.

¡Ni redecillas ligeras,
ni diademas brillantes!
Las lucientes cabelleras
de las jóvenes amantes
son lujuriosas banderas.

Y cuando chocan crujientes
las secas bocas ardientes,
se tuercen estremecidas
las cabelleras lucientes
de las amantes queridas.

Versión de Manuel Reina

MENDIGA

Terminado el festín, la mesa alzada.
Salía yo al acaso,
Cuando encontré en el fango arrodillada
Una niña a mi paso.

Las ropas desceñidas y andrajosas.
Pálida y balbuciente.
Imploraba con manos temblorosas
La piedad de la gente.

Arrojando en su falda una limosna
Dije a la pordiosera:
-Corre ¡infeliz! y hacia tu madre torna,
¡Quizá llora y te espera!-

Una errante sonrisa de pasada
Plegó su labio yerto,
Y fijando en el cielo la mirada. Dijo:
-¡Mi madre ha muerto!-

Dijo:-Mi madre ha muerto; el hambre aterra;
La estación es muy cruda;
¡Nadie en mí piensa ya sobre la tierra,
Huerfanita y desnuda!-

Fuerza es sin duda que el dolor nos venza
Viendo al menesteroso;
Yo ante miseria tal sentí vergüenza
De ser casi dichoso.



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