ADOLFO BERRO



Montevideo-Uruguay, 1819 - 1841


EL TIEMPO 

Témate, ¡ oh tiempo ! viajador amigo,
Quien no tiene memorias, quien no espera.
Apresura tu rápida carrera:
Aunque tú haces morir, yo te bendigo.

Te llevas en cada hora una tristeza,
Traes en cada minuto una esperanza,
A cada nuevo sol, en lontananza,
Una ilusión del porvenir empieza.

Si destroza tu mano bienhechora.
Su destrucción consagra, y en la puerta
De una mansión por el amor desierta,
El serafín de los recuerdos llora.

Tuya es la religión del sentimiento,
Que para siempre al corazón conserva
Una huella de un pie sobre la yerba,
El timbre de una voz hiriendo el viento.

Tuyo es el musgo que á la ruina viste,
La flor nacida en la muralla rota,
La yedra fiel que junto al tronco brota,
El llanto dulce y la sonrisa triste.

La poesía, de tu mano asida,
Va por la tierra consolando el duelo,
liada gentil, que en su misión del cielo,
Rasga el cendal para vendar la herida.

¡ Tiempo, amigo del bien ! al alma llena
De un paraíso, en sus melancolías
Tú le presentas los soñados días
Del horizonte en la región serena.

¡ Padre de la esperanza ! con sus galas
Deja un momento que al dolor encante;
El Edén de la vida está delante:
Llévame al porvenir sobre tus alas.


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